TRES MINICUENTOS DE JOSÉ URRIOLA



SONRISA


—Me gusta tu sonrisa —le comenta el profesor, muy seductor, a la alumna durante la corrección del examen. —Si me regalaras esa sonrisa más a menudo te aseguro que recibirías mejores notas, y tú y yo nos llevaríamos mucho mejor.

Ella salió sonrojada de la cita.

Y ya nunca más volvería a verla.

Su sonrisa en cambio sí. Encerrada en un cofrecito que dejó de obsequio sobre el escritorio del profe, conteniendo todos y cada uno de sus hermosos dientes arrancados de raíz.



DOS MALETAS

En la maleta de la derecha está guardada mi vida.

En la de la izquierda está Ella, completita, recortada en finos trozos.


GRACIAS

—Gracias —dijo ella.

Y se desplomó exhausta a su costado, justo después de hacer el amor con broche orgásmico pirotécnico.

Él se quedó algunos segundos rumiando las posibles respuestas. Joder, ¿porque tú sabes lo que es eso? que alguien te dé las gracias después del sexo. No es un “estuvo genial”, ni un “qué rico”, no... las gracias, güevón. Así de sencillito, así de contundente: Las gracias.

Y no se le ocurrió nada mejor, nada más cursi ni más sentido que responderle:

-No, gracias a ti. Tú eres para mí como un ángel caído que vino a rescatarme.

Se incorporó furiosa, la cara desfigurada por una mueca de rabia y frustración. Y ante sus ojos idiotas se transformó. Alas enormes, como de cóndor albino, se desplegaron de sus omoplatos. Las batió con fuerza para elevarse dos metros sobre el colchón.

—Mierda... esperaba que tardaras más en darte cuenta. Ahora has roto el encanto.

Se disparó en vertical hacia el cielo, dejándolo cubierto de polvillo y cal. Y con una tronera enorme en el techo.



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1 comentario:

  1. ¿Donde contacto a la muchacha de los dientes? La necesito en el aquelarre.

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